Yo, tu Sistema Digestivo,
- Cathy Liegeois, Nutriterapeuta
- 12 jun 2018
- 4 Min. de lectura

Hoy me decido a coger la palabra, yo, tu sistema digestivo. Después de una temporada de fuerte solicitación, es tiempo de que me escuches para enterarte de cómo tengo pensado seguir adelante y asegurar el servicio mínimo que tu vida me exige. Soy uno, pero múltiple. Todo un equipo me compone .Sin mí y mis colaboradores, no vives, por mucha energía que tengas. Venga, sígueme, adéntrate en ti mismo. Soy tu boca. ¿Cómo me tienes? Sabes que los excesos de dulces y harinas, de alcohol me han acidificado. Me duelen tus encías, sangro cuando me cepillas, tus dientes me indican en directo las temperaturas externas. Necesito cuidado porque de mí depende toda la asimilación de los almidones de los que vas a extraer parte de tu energía. Si mis enzimas no trabajan en un medio más suave, se mueren. Y mando para mi colaborador una buena parte de mi trabajo. No sé si él se hará con ello.
Soy yo, tu estómago. ¿Para qué sirvo yo?: yo soy el responsable número uno del catabolismo. Esto significa que recibo la mercancía y la trituro, la preparo con mis aliños especiales para que luego mis colegas vayan sacando de mi preparación los elementos que nutrirán mi huésped, tú!. A pesar de una apariencia fuerte, soy muy delicado. Y tú, muchas veces, me ignoras, a menos que te dé avisos dolorosos. Estos tiempos atrás, he recibido mercancía de todo tipo. Todo a la vez. Me toca determinar con qué ingrediente mezclar una sin que se me pierda la otra. He recibido mucho gas, con azúcar, esto me perturba mucho el Ph. Ya sabe, tengo un Ph muy peculiar, muy fino de 4,5. Al verterme gas, este Ph se me sube a la cabeza, y no puedo ordenar mis elixires. ¿Consecuencia? Dejo pasar alimentos mal digeridos que no servirán para nada, o peor, que van a hacer daño a algunos de mi equipo. También me has sobrecargado de trabajo. No te das cuenta de mi tamaño real : apenas más grande que un puño y medio. Y cuando ves lo que me obligas a tragar, alucinas.
Déjame hablar ahora, yo, tu Hígado. Antes, vosotros creíais que yo era el Alma. No lo soy. Pero soy la Placa Metabólica más importante de tu cuerpo. Fabrico los jugos de mi colaborador el estómago, trabajo mano a mano con tu Páncreas y con tu Vesícula Biliar. Fabrico la bilis, ese importante transportador tanto de nutrientes como de desechos. Fabrico también tus nuevas proteínas, a partir de lo que me das. Con ellas, aseguro tu inmunidad, construyo y reconstruyo cada día tu cuerpo, tus músculos, tu cerebro se nutre de lo que le proporciono, controlo tu nivel de agua, sin ella, se te bloquearían varios movimientos metabólicos. Este tiempo atrás, he sufrido mucho. Me pides a partir de calorías vacías que te proporcione equilibrio. Me has sobrecargado de azúcares, lo cual me obliga a dedicar más tiempo a eliminar que a fabricar. Me notas mas o menos sutilmente: te has hinchado, tienes retención de líquido, me manifiesto en tu boca, estás cansado, tienes frío y no hay quien te mueva de tu sofá. Te duele la tripa, tus articulaciones son rígidas, tienes sed, tienes la cabeza como un tambor cuando te hablan de chocolate. Todo eso es lo que te digo para que me hagas más caso.
Yo, tu Páncreas, no te cuento casi nada, salvo cuando me enfado muy fuerte. Mis señales de malestar son discretas y pasan desapercibidas pero cualquier desarreglo afecta hasta a tu humor matutino. Solo me relacionas con la Diabetes pero soy capaz de mucho más. No me vas a creer si te digo que mi principal elixir afecta a tu salud hormonal, y quien dice hormonas piensa en sexualidad. Sí, sí, hasta allí llego. Mejor ser amigo mío.
Y yo, tu Vesícula Biliar, ¿Qué te crees que hago todo el día? Tengo forma de pera, soy de tamaño pequeño pero no por eso carezco de interés. Ya te lo ha dicho mi amigo Hígado, yo almaceno la bilis, la concentro incluso, recibo los excesos de colesterol y con la bilis, me encargo de eliminarlo. Transporto tus Imunoglobulinas A que protegen el interior de tus intestinos.También me encargo de regular tu tránsito intestinal. Te ayudo a eliminar tóxicos y metales pesados. ¿Sigues pensado que soy una Doña Nadie?
Yo, tu intestino, llego el último. Pero yo soy la sede de tu sistema inmunitario. Dentro de mí, se decide cuáles van a ser las partículas que identificarás como tuyas y las que no. Si soy fuerte, tu resplandeces de energía, tienes buen humor y vas por la vida seguro de ti mismo. Pero si no me respetas, te llevo a la depresión, pues fabrico tu serotonina casi solo. Puedo dejar pasar partículas que llegarán al corazón de tus células y dañarán tu ADN, abriendo camino a tus degeneraciones.
Dime, tú, mi Huésped, ¿Qué piensas hacer para echarme un cable, a mí, tu Sistema Digestivo? Venga, te doy ideas. Apunta. Y actúa. Bebe agua. Mucha. Mejor tibia que fría. Añade un par de veces al día hierbas amargas. Respira profundamente. Tu respiración me ayudará a eliminar toxinas. Muévete. Disfruta sin exceso de paseos por el aire libre, sacude tu pereza, tu eres Vida, eres Movimiento. El sofá es mortal para todo tu cuerpo. Deja de pensar en comer. Vuelve a una alimentación básica, de pobre, tanto en cantidad como en ingredientes. Acuérdate que estás hecho para comer alimentos naturales. Organízate: comer sano requiere organización sin obsesión. Pide consejo para recuperarme, sanarme. Aquí está mi traductora, ella te ayudará.
No lo dudes, pues yo soy la Vida, soy Tu Vida.
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