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¿Limón o no limón?

El otro día, leí con interés el artículo de Jordi Sabaté, periodista de eldiario.es sobre los motivos por los que no debes tomar un vaso de agua con limón en ayunas. (eldiario.es del 5/9/2018)

Jordi Sabaté desmonta el supuesto mito del limón de por las mañanas con los argumentos siguientes:

No depura ni alcaliniza el cuerpo; el único beneficio del vaso de agua con limón es la rehidratación al levantarse. Pero esto lo conseguimos, según él, con el café con leche o el té o cualquier otra infusión.

Desmonta de paso también la dieta alcalinizante, calificándola de extravagante y de superchería.

En cuanto al aporte de vitamina C, considera que la cantidad es demasiado pequeña para surtir efecto.

¿Entonces, limón o no limón?

De entrada, hay que entender que el limón es un ácido que nuestro cuerpo metaboliza en sales alcalinos. Por eso, se le atribuye el mérito de subir el PH del cuerpo.

En cuanto a la depuración: el zumo de limón en su proceso de metabolización desencadena procesos de eliminación de toxinas, y esto se puede llamar depuración. De allí a concluir que con el mero zumo de limón matutino nos ganamos un alma mas blanca que con Ariel, hay unos pasos más. Generamos constantemente desechos que nuestro hígado se encarga de desintoxicar y depurar. El zumo de limón ayuda a ello. Y para los numerosos que tienen tendencia a producir metabolitos de bilis (es decir, piedras formadas por la bilis), las sales cítricas, resultados de la metabolización del limón ayudarán a disolverlos en la vesícula biliar.

Pero no todos somos iguales delante de las leyes genéticas. Si mi amiga se toma un zumo de limón en ayunas, sobre todo después de una cena copiosa, y le viene de perla, yo no puedo. Así que la virtud primera del limón viene matizada por el factor individual.

Entre paréntesis, es curioso notar como las personas de grupo sanguíneo A toleran perfectamente el zumo de limón mientras las del grupo O no. Matizemos otra vez aqui: las leyes de los grupos sanguíneos no son universales, pues como siempre no somos todo A o todo B. Pero a grandes rasgos, se puede observar este hecho.

Aunque para Jordi Sabaté, lo mismo nos rehidratamos con un café con leche, os invito a recordar el efecto mitigador de la sed que tiene un ácido, conocido desde la noche de los tiempos: acordaos de María dándole agua con vinagre a JesusCristo en la cruz.

Jordi Sabaté no conocerá las virtudes deshidratantes del café con leche, ni tampoco los efectos de la cafeína sobre las paredes del estómago.... pero esto es otro tema.

La dieta alcalinizante existe; no hace falta estudios científicos para ver como los vegetarianos son pacíficos y los carnívoros agresivos. En el cerebro, se puede notar los efectos de una dieta alcalina y de eso, sí, existen pruebas. Pero como cada uno de nosotros somos hij@s de nuestro padre y de nuestra madre, la alcalinidad de uno no será la de su hermano. Y, por lo tanto, lo que alcaliniza a uno no necesariamente alcalinizará a su hermano. Por eso, a Jordi Sabaté el zumo de limón le atacará el estómago, desencadenando su rabia contra esta fruta bendita.

¿Como sabemos lo que necesitamos? De nuevo, no hay ley universal. Se determinó el aporte diario mínimo... quitándolo y viendo los efectos que producía su carencia. En el caso de la vitamina C, un médico Escocés, con bonito nombre James, se percató de que los marineros perdían sus dientes y sufrían el escorbuto por falta de vitamina C (después de servirles vinagre, agua de mar, nuez moscada y os paso lo mejor). Fíjese la poca eficacia del limón que, desde entonces, el pescado se sirve con limón, y que a los marineros del siglo 18, se les proporcionó diariamente un limón y una naranja para evitar el escorbuto (James Lind, Treatise of the Scurvy in three parts, para quien quiere saber más). Muchas plantas, - dunque las verduras - tienen cantidades sutilmente apreciables de vitamina C.

Y ya puestos a hablar de cantidad efectiva, quiero llamar la atención en una particularidad de nuestro siglo: todo tiene que ser "mega" para que sirva. Ahora los suplementos vitamínicos nos proporcionan el 100 o 200 por ciento de la ADR. ¿Por qué? Nuestro cuerpo está dotado de medidores, unas células especializadas en "control de calidad". Las células reaccionan a los aportes según sus necesidades. Todo lo que excede estas necesidades está eliminado. Es muy probable que teniendo una alimentación correcta, los 9 mg del limón, sumados a los otros mg de la ingesta diaria cubren las necesidades individuales.

A modo de conclusión, yo diría que como siempre, en nutrición, no existe regla fija. Lo que me conviene no conviene a todo el mundo, esto es la única regla fija válida.

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